miércoles, 30 de diciembre de 2009

LA CAZA NO ES UN DEPORTE

La victoria de Rubén Fernández en el último Campeonato de España de Caza Menor con Perro pone fin a la etapa más negra de la historia de esta competición federativa considerada la prueba reina de la Federación Española de Caza. Me alegro por él porque es un magnífico cazador y una excelente persona, respetado y querido.
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Sin embargo, soy uno de los muchos que no consideran la caza como un deporte. Ni siquiera suscribo esa frase, «más que un deporte», que se han inventado la Federación y sus directivos en un intento por dignificarla sin renunciar a la palabra mágica,deporte, que le da el amparo del Consejo Superior de Deportes y por tanto una rentable bendición estatal.
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Para mucha gente, la caza no es más que un deporte, sino muchas otras cosas menos deporte. La caza, como los nombres sublimes, como el amor o la amistad, no tienen sustitutos ni sinónimos. La caza es… la caza, y a los cazadores no nos hacen falta otros adornos semánticos para saber de qué estamos hablando, aunque nos sea imposible definirla.
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Dicho esto, me alegro que por fin llegue la calma a esta prueba deportiva tan veterana. Y no porque dignifique la caza o le aporte algún aspecto positivo, que no lo hace, sino porque por fin esta carrera contrarreloj ha dejado de ser, por sus múltiples y continuados escándalos, la peor publicidad para la caza, cuando tendría que ser todo lo contrario.
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De todas formas, no nos engañemos ni seamos hipócritas, qué difícil resulta a veces desligar la caza de la competición más descarnada. Son muchos los cazadores que convierten cada día de caza en una insoportable prueba al estilo de los campeonatos de caza: a ver quién mata más, quién consigue el trofeo más grande, quién tira mejor…
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La caza se mancilla y se pervierte cuando se convierte en coartada competitiva, en un instrumento para ser más que otro cazador con lo que tiene de cuantificable: el número de piezas abatidas, la cuerna más grande, los cartuchos disparados…
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Por el contrario la caza se dignifica cuando buscamos sus valores más intangibles y esenciales, los que de verdad la definen: el respeto a la pieza y al compañero, la compenetración con el perro, la contemplación de un paisaje, partir con el campo, participar en el éxito de la cuadrilla…
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Los campeonatos de caza, por mucho que se maquillen o se dulcifiquen, están pervertidos en su esencia porque al final la gloria es para quien mata más o lo hace en el menor tiempo posible, y la caza es otra cosa muy distinta y en ningún caso una competición deportiva.
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EDITORIAL DE LA REVISTA TROFEO DE ENERO DE 2010. Autor: Jose Ignacio Ñudi
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ACEC Por la Caza y su Preservación.