Hasta hace unos años, las especies salvajes de caza menor eran abundantes, la diversidad específica de los ecosistemas gozaba de buena salud, y cuanto más nos remontemos en el tiempo, en casi todos los casos mejora la apreciación.
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En el campo y el ámbito rural de casi todas las provincias del país, la actividad cinegética gozaba de gran arraigo. El régimen del general Franco se encontró con un enorme colectivo de cazadores, algunos de los cuales manifestaban inquietudes de organizarse en colectivo en un momento en que las asociaciones estaban prohibidas, y se recurrió a un modo de legislar simplificador en el que la inclusión de la caza y los cazadores como colectivo fueron metidos en el mismo saco de las Federaciones deportivas, como la de fútbol, baloncesto, etc... Y claro, toda federación tiene que tener sus competiciones y así participamos en ellas, y además incluso, colaborábamos en aportar sugerencias para un mejor desarrollo de las disposiciones que regían la caza, pero a la hora de exigir, casi siempre se nos contestaba: “lo que Vds. quieran en cuanto a competiciones”. Para el resto estaba el Patrimonio Forestal del Estado, con sus ingenieros de montes o el más reciente ICONA. Nuestras opiniones nunca fueron vinculantes porque nuestro peso legal provenía de la raíz “deporte/competición”.
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Pasa el tiempo, los ecosistemas sufren drásticas y en muchos casos, irreversibles transformaciones en la mayoría de los casos por causas ajenas a la actividad cinegética.
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En algunos países de la U.E. la caza tiene series cortapisas. Aquí ya comienza a brotar la pregunta ¿podemos seguir haciendo campeón al que más perdices o zorros cace?..
La reciente espantada ecologista en el último campeonato de España de Caza del zorro que aconteció en los montes de Carballiño (Ourense), lejos de obsesionarnos con su defensa, plena justificación y encaje en los planes de aprovechamiento de los tecores en los que se desarrolló, podría invitar a nuestros federativos a anticiparse al devenir de mas embates de este tipo, que seguro que tendremos .Opino que se impone, a tiempo, un golpe de timón en el espíritu de caza-competición, a la hora de que la imagen que proyectemos la minoría de cazadores a la mayoría de ciudadanos sea distinta.
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¿Podría la Federación organizarse como colectivo al margen del deporte? ¿y los seguros y las subvenciones y...tantas cosas...?
Pese a los años que llevamos de democracia esta inquietud parece que no se le ha pasado por la cabeza a ninguno desde dentro. El camino al que nos conduce esta actitud, en algunas especialidades de caza nos va a llevar a una defensa numantina por acorralamiento y cerco en la que llevamos todas las de perder.Se nos sigue metiendo en el mismo saco de la Caza de Ballenas (sí, sí, se sigue utilizando la palabra caza para esto) en la Caza de Focas, en la que unos asalariados o mercenarios de los comerciantes de pieles que negocian con ellas, las matan a palos (estas CAPTURAS, también se denominan caza). Los cazadores somos los que hemos diezmado los elefantes, no fue la necesidad agrícola de los países africanos ni los mercenarios a sueldo de los traficantes de marfil, fue la Caza del Elefante y nadie sale a decir lo que pasa, como tampoco nadie sale a decir que los CAZADORES cobramos elefantes de los autorizados por los Gobiernos y que en ningún paquete de CAZA aparece la matanza de focas a palos o el “dispare Vd. su arpón sobre una ballena azul”.
Todo esto contribuye a proyectar imágenes del cazador distintas a la que debemos dar en pleno siglo XXI, con todo lo que se nos viene encima, calentamiento , epizootias, etc.
O el: “no, no, mire Vd., yo compro venados de granja para soltar en un cercón en el que van a gozar del papel de víctimas predestinadas, lo de la incertidumbre de la caza era propio del siglo pasado...” O el caso del “engordo jabalíes de granja con cebaderos dentro de un cercón, en el que van a gozar del mismo fin que los anteriores”… hay clientela para todo y el negocio es el negocio, pero... difícilmente defendible ante el resto de una sociedad que mira todo con lupa, casi siempre de muchos aumentos.
Debemos de adoptar actitudes vanguardistas y más de acorde con la evolución hacia una caza más natural, moderna y afín a la sensibilidad del colectivo y de la sociedad, para mantener la idea de que el método por el que se ha de regir el aprovechamiento y gestión sostenibles de las diferentes especies de caza, ha de ser legislado basado en un consenso que aune más sensibilidades que las actualmente atendidas, y para ello el sano debate de ideas previo es la fuente de la que deberíamos beber todos los cazadores, a fin de que nuestras peticiones, una vez consolidadas, lleguen con más fuerza y se legisle lejos de la burocratización institucional -como la llamaba Max Weber- que nos hagan aparecer como ecos distantes, figuras pasivas y ajenas, en vez de actores activos que lo que desean es, ante todo, cuidar y respetar el medio natural, dando para ello una imagen de modernidad y coherencia.
Creo que se impone un debate serio que nos lleve decisiones de calado y dar un golpe de timón en aras de ofrecer una imagen más acorde con los tiempos que corren y que prevenga mayores males.
Autor: Senén Ramos