La pérdida o el cambio de los usos tradicionales en el campo como medio de vida, como motor económico de una sociedad basada en el sector primario, hacia un modelo de economía industrial o de servicios con una agricultura mucho más intensiva, mucho más agresiva con el medio, ha desencadenado la pérdida o modificación de la riqueza del patrimonio natural cinegético de nuestros territorios. Se ha empobrecido o simplificado, en muchos casos, el hábitat de las especies de caza menor ( conejo, liebre, perdiz…) creándose quizás, otros más idóneos para la caza mayor. ( corzo, jabalí, etc….).
La economía tradicional respetuosa con el medio ambiente dio lugar a toda una cultura propia de cada zona. Cada época del año era arropada con diversas celebraciones sociales marcadas por el ritmo estacional de cada territorio, la siembra, la siega, la cosecha…. en armonía también con los ciclos vitales de las poblaciones de animales salvajes. Pero además ha dado lugar, en no pocas ocasiones, a la aparición de unas construcciones típicas o a la creación de unos paisajes propios de cada territorio. Podemos decir que los seres humanos formaban parte del ecosistema que daba lugar a la presencia de las especies que los habitan o habitaban.
En nuestro moderno y globalizado sistema económico tanto la sociedad como las entidades que lo componen se han dado cuenta de la necesidad de cuidar, respetar y fomentar nuestro hábitat, el lugar donde nosotros los seres humanos desarrollamos nuestras necesidades vitales.
Esto también ha tenido reflejo en la legislación actual, sin ir más lejos en nuestra Constitución en el artículo 45:
“…los poderes públicos velaran por la utilización racional de todos los recursos naturales, con la finalidad de proteger y mejorar la calidad de vida y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva”
Pero no sólo en la legislación sino que también por ejemplo, las empresas se han hecho conscientes de la necesidad de asumir su responsabilidad en el entorno social y medioambiental en que se mueven, de las ventajas y los costes empresariales de no hacerlo.
Aparecen en ese momento nuevas actividades económicas y empresariales basadas en estes modernos pero a la vez, en algunos casos, antiguos conceptos.
Es en la conjugación de estos elementos donde comienzan a surgir, en un mundo globalizado y desarrollado como el nuestro, elementos que nos permiten diferenciarnos poniendo en valor, el rural.
La caza social desarrolla su propia actividad dinamizadora en el rural ayudando a la fijación de población en el, generando riqueza directa e indirectamente. De hecho en el “ I Estudio Socioeconómico sobre la Caza y el perfil del Cazador en Galicia” (Federación Galega de caza, Conselleria do Medio Rural) se pone de pone de manifiesto que la caza genera un volumen de negocio directo e indirecto superior a los 94 millones y medio de euros anuales, cifra semejante al volumen de negocio que mueve el pujante sector vitivinícola en Galicia.
Hablar de la actividad cinegética, es hablar también de turismo rural, restauración, empresas de trabajos forestales, guardas de campo, grano para siembras, desbroces, sembrados, recuperación de manantiales, de planes técnicos de aprovechamiento, etc….
Pero no sólo eso, sino que necesariamente estamos hablando de conservar la biodiversidad de nuestros territorios mediante el mantenimiento y recuperación de los lugares en que nuestras especies cinegéticas ven satisfechas sus necesidades vitales de refugio, alimento y zonas de reproducción. Estamos hablando de recuperar o mantener los usos tradicionales y el paisaje agrario que dio lugar a su presencia, además de conservar los elementos culturales de cada territorio como nexo de unión con el medio.
Será la gestión y conservación nuestro patrimonio natural lo que devuelva la caza social a su estatus en la sociedad como un elemento capaz de generar riqueza de muy diversas formas, pese a no perseguir directamente el lucro, mediando entre nuestro mundo moderno, desarrollado y la preservación del equilibrio de medio natural, del medio rural que lo envuelve.
En la Ley 42/2007 de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad se crean las llamadas “entidades de custodia del territorio” que es posiblemente el lugar que nuestras sociedades de cazadores, como entes asociativos sin ánimo de lucro, deberían comenzar a plantearse ocupar.
Para poder llevar acabo esta función sólo tendrían que adecuar sus fines estatutarios, abriendo con ello la puerta a la custodia, lo tienen fácil. Quizás el mayor impedimento que se pueden encontrar muchas de ellas venga de encajar todo esto en un club deportivo, en los estatutos de un club deportivo, cuyo fin social es el fomento del deporte…….
Las asociaciones de cazadores ya llevan muchos años trabajando en el terreno como entidades a las que o bien, el Estado en su momento o bien, las Comunidades Autónomas (Competencias delegables Art.148 aparado 11 de la Constitución Española) han encomendado la responsabilidad de la gestión del patrimonio natural cinegético de los terrenos en los que desenvuelven su actividad, la caza. Es más, nuestras sociedades desde hace años cuentan con cierto tipo de documentos en los que los propietarios de las tierras, de alguna manera, les han facilitado el actuar en el territorio (en la práctica es como si contasen con una especie de acuerdo de custodia con los propietarios para la preservación de esa riqueza natural).
Para finalizar, diré que se hace necesario también que nuestras sociedades se aprovechen de la sinergias que producen la ínter actuación con otras entidades bien de ámbito local o de mayor rango. Esto les permitirá llevar acabo una mejora de mayor calado y con una mayor continuidad en el tiempo.
Las sociedades de cazadores deben buscar mecanismos que permitan el desarrollo económico en nuestros campos basado en la gestión sostenible y responsable de los recursos existentes, la conservación del patrimonio cultural, la preservación del paisaje, los usos tradicionales de cada territorio y el conocimiento de las especies que los habitan.
Por ejemplo, fomentando el desarrollo de sistemas de cultivo “ecológico” respetuoso con el medio ambiente que ayuden a evitar la pérdida de las pequeñas fincas de cultivo en nuestra tierra.
Colaborando con otras entidades para que formen a la gente en sistemas de cultivo respetuosas con el medio.
Promoviendo prácticas de buen uso y conservación de los recursos naturales (agrarios, forestales, cinegéticos…)
Facilitando el desarrollo equilibrado de nuevas formas de disfrute del medio ambiente o del patrimonio, tanto cultural, como material o inmaterial; Un buen ejemplo en Galicia puede ser ciertas artes tradicionales de caza que se hayan en nuestros montes “as lobeiras” que demasiadas veces no han sido puestas en valor, o la multitud de petroglifos que podemos encontrar distribuidos por la geografía gallega. Si miramos a otras zonas de la geográfica nacional podemos encontrarnos con atractivas iniciativas, llevadas acabo por los cazadores, como por ejemplo la iniciativa “Bancales para la diversidad” de la Asociación de Entidades de Caza de la Comunidad Valenciana en la que se realizó una labor de protección, recuperación y conservación de los bancales de secano con márgenes de piedra seca, con el fin de preservar el patrimonio cultural y agrícola, y contribuir a la preservación de la flora y la fauna autóctona y su biodiversidad.
La caza social necesariamente ha de gestionarse con una idea de conjunto no como algo independiente y separado del entorno que lo envuelve.
Jaime Veiga Fontán
Jaime Veiga Fontán