A día de hoy nuestras especies silvestres sufren de la actividad de un nuevo tipo de depredación, es lo que podríamos denominar los “otros predadores”. Muchos se preguntarán a que estamos haciendo referencia y sin embargo, es algo tan común en nuestros campos que en algunas zonas parece incluso formar parte del medio ambiente, estamos hablando de los perros y gatos que circulan libremente por ellos.
En algunos lugares los daños que causan sobre la fauna salvaje estos animales domésticos, circulando sin control, es de tal magnitud que supera con creces la actividad predadora de las especies salvajes. Son muchas las especies, incluso protegidas o en peligro de extinción, las que se ven afectadas directa o indirectamente por la presencia de los mismos. Directamente por los animales que son predados, como por ejemplo ciertas especies de lagartos o pájaros e indirectamente, por ejemplo, con la gran cantidad de enfermedades que pueden ser transmitidas a través de los mismos.
También es importante tener en cuenta la dimensión que alcanza este problema en algunas zonas próximas a los núcleos rurales de población. Si partimos del supuesto de que cada casa en los pueblos suele tener por ejemplo un gato, y lo habitual es que circule libremente por el campo, podemos tener en algunas zonas unas cantidades que superan con creces la presencia de cualquier predador oportunista como puede ser el zorro, aún viéndose este favorecido por ciertas actividades humanas.
La presencia de animales de compañía cazando en la naturaleza responde normalmente a dos situaciones distintas, o bien, la dejadez de sus propietarios desatendiendo sus obligaciones de custodia conforme a la legalidad vigente o porque son abandonados.
Leer más aquí
Leer más aquí