Los cazadores de UNITEGA
La problemática que generan los daños del jabalí en Galicia es una noticia que aparece en los medios de comunicación a diario. Las protestas de los agricultores, canalizadas a través de un sindicato agrario en concreto, son el reflejo de un problema social al que los cazadores no pueden ser ajenos. Es por eso que en los últimos años nuestro colectivo se ha preocupado de trasmitir a toda la sociedad aquello de que “los cazadores son una parte de la solución del problema” y que decía con acierto un exdirigente federativo, al que muchos de los suyos empezaron a echar de menos desde el mismo día en que dejó su sillón presidencial.
La problemática que generan los daños del jabalí en Galicia es una noticia que aparece en los medios de comunicación a diario. Las protestas de los agricultores, canalizadas a través de un sindicato agrario en concreto, son el reflejo de un problema social al que los cazadores no pueden ser ajenos. Es por eso que en los últimos años nuestro colectivo se ha preocupado de trasmitir a toda la sociedad aquello de que “los cazadores son una parte de la solución del problema” y que decía con acierto un exdirigente federativo, al que muchos de los suyos empezaron a echar de menos desde el mismo día en que dejó su sillón presidencial.
En febrero del año 2011 la Xunta elaboró el “Estudio de los daños producidos por el jabalí” y que incluía un Plano en el que se catalogaba a los municipios en varios niveles de incidencia, y en base a ellos, se marcaban estrategias de actuación, que básicamente, consistían en aplicar el procedimiento de respuesta rápida ante la aparición de los daños, mediante la simplificación de trámites y plazos para realizar ganchos en las zonas afectadas. UNITEGA criticó en su día la forma en que se elaboró dicho plano, así como que se hiciera sin tener en cuenta la opinión de los 405 Tecores de Galicia.
Dicho plan se puso en funcionamiento de forma inmediata y los cazadores gallegos pasaron de ir al campo a cazar por diversión a cazar por obligación, un importante matiz que algunos empezaron a pasar por alto con una ligereza preocupante. A nadie ajeno a al mundo de la caza le parecía importar entonces que metiéramos los perros en el monte con un sol de justicia y un matorral recio por la sequía, ni siquiera a aquellos que debido a su profesión, cuentan con formación en bienestar de los animales.
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