Durante millones de años, los bosques de laurisilva poblaron la superficie de todas las Islas Canarias. En Gran Canaria, su manto verde era tan denso que en el siglo XV los conquistadores castellanos llegaron a bautizarla con el nombre de Selva Doramas. Sin embargo, la mano del hombre provocó casi su total desaparición, dejando únicamente un 1% del bosque original que existía en la Isla. Ahora, gracias a la sucesión de diversos planes de recuperación, se ha frenado su desaparición a favor de su conservación.
El bosque de las Islas Afortunadas
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