El Real Círculo de la Amistad acogió ayer la presentación de «Confieso que he cazado», un libro de José Luis Varno, reconocido armero y propietario de Armería Varona, al que califica como «un libro de relatos y vivencias».
VALERIO MERINO
|
—Confiesa que ha cazado, ¿acaso cazar es pecado?
—La caza es un arte por la que siento pasión. Es afición, es tradición y en la que en mucha de sus modalidades se hace un ejercicio en un entorno inigualable. Hay quien la entiende como un deporte. Pero para mí es tradición y afición. Y por supuesto no es pecado. Los cazadores no debemos sentirnos culpables por serlo.
—Usted es un reconocido armero, ¿por qué un libro de vivencias?
—Nunca me he planteado hacer un libro técnico. Creo que no voy a descubrir nada sobre el funcionamiento de un arma o sobre balística. Hay gente muy experta y preparada que ya lo hace a diario. Yo quería compartir mis vivencias con otros cazadores, que no son ni mejores, ni iguales ni peores de las de cualquier chaval que empezara de pequeño, de la mano de su padre, de su tío o de su abuelo en el mundo de la caza. Yo quería compartir esas vivencias y de esa necesidad surge este libro.
—Los cazadores tienen mala fama a la hora de ser objetivos, ¿se deja llevar por la imaginación en su libro?
—(Risas) Aunque tenemos fama de embusteros, al igual que los pescadores, en este libro no hay nada de eso. Tiene muchas anécdotas y me dejo otras en el tintero. Por mi trabajo y mi profesión, que es como un confesionario, hay cosas que no puedo contar. Pero cuento vivencias que van a compartir muchos cazadores y que muchos van a sentirse identificados. Es también un libro de agradecimientos. Para todos los que trabajan en una jornada de caza, desde el arriero hasta el secretario por los momentos de disfrute que son posible gracias a su dedicación.
—Hay quien dice que la caza es para los ricos. ¿Está en lo cierto?
—No. Actualmente, la caza está muy socializada y muy arraigada en el medio rural. Sólo hay que ver la cantidad de sociedades de cazadores que hay por todas partes, cuyos componentes pertenecen a todas las escalas sociales. Ya ha quedado atrás aquello de que la caza era para nobles y reyes.
—¿Se puede llegar a amar la caza si no se ha mamado de pequeño?
—El entorno familiar es fundamental. Pero hay gente que empieza muy tarde a vivir esta pasión. La caza hay que sentirla y no pensar que cazar es solo pegar tiros. La caza es vivir en un ambiente de camaradería, con tus amigos, disfrutar de la naturaleza y en mi caso particular, el cazar más o menos no es tan importante. Más que cuánto se caza lo importante es cómo se caza.
—De sus vivencias como cazador, ¿cual ha sido su época dorada?
—Ha habido diferentes épocas. La caza mayor ha ido evolucionando y ha estado al alcance de más gente, que han pasado de la menor a la mayor. Sí he notado cambios en que al igual que la mayor ha ido evoluciando a mejor, con mayores trofeos, la menor ha ido decayendo.
—¿Cómo ha afectado la crisis a los aficionados a la caza?
—La crisis se nota mucho en este sector. La caza es también ocio y muchas familias afectadas por el revés económico de lo primero que se han ido privando han sido de los gastos de la caza, bien en darse de baja en los cotos, bien en comprar puestos de montería o en cambiar de arma.
—¿Acabará la crisis actual con la tradición de las rehalas tras las exigencias de Hacienda?
—Al final habrá entendimiento. El sector de las rehalas tiene su parte de razón y la administración también tiene las suyas. Habrá un punto de encuentro y se solucionará. Lo que sí es cierto es que una rehala cuesta mucho dinero, que se tiene por afición y entiendo que nadie tiene una con la finalidad de ganar dinero.
Fuente: ABC