Comienza la caza menor en Canarias hasta finales de octubre. Este es el segundo año que no se permite usar escopetas para capturar conejos
SOL RINCÓN BOROBIA De niño, a Antonio Porras le gustaba tanto cazar que se olvidaba por completo de volver a casa a la hora de comer. Por eso, más de una vez lo tuvo que ir a buscar su padre con la chola en la mano. Y qué decir de Francisco Díaz Gil, que cuando aún no levantaba dos palmos del suelo se escapaba y se iba caminando desde Taco hasta San Andrés, en Santa Cruz de Tenerife, a cazar conejos con sus propias manos.La amistad de estos dos hombres se empezó a forjar en las escaleras del Cine España, en Taco, donde pasaban el rato hablando de caza. Así, la pasión que siempre sintieron estos dos tinerfeños por este deporte les fue uniendo poco a poco hasta hacerles inseparables. Ahora, con 65 años cada uno y convertidos en unos expertos, siguen saliendo juntos a cazar dos veces por semana, los jueves y domingos.
Precisamente estos días, desde que se levantó la veda a principios de agosto, se les puede ver pateando las zonas de caza controlada de Tenerife (unas 150.000 hectáreas) en busca de piezas. Y así continuarán hasta finales de octubre, cuando se termine la temporada.
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