lunes, 25 de noviembre de 2013

El conejo no se exterminará jamás en Canarias

Juan Miguel Sánchez Roig
Presidente de la Asociación Canaria de Entidades de Caza (ACEC)
Coordinador de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC)

Opinión
Durante  el pasado mes de octubre se celebró el “Taller sobre invasiones biológicas en Canarias y normativa de aplicación”. Promovido por la Dirección General de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Canarias con el fin de plantear, analizar, debatir, reflexionar, tomar acuerdos, etc., sobre el tema de las invasiones biológicas que afectan a la biodiversidad y al medio natural canario. Recordemos las competencias de la administración para con estos asuntos, al margen de la caza. Los cazadores no fuimos invitados, con lo cual se ha creado alrededor de estas jornadas ciertos comentarios en el mundo cinegético canario, en mi humilde opinión, fuera de contexto bajo una perspectiva positiva. Resaltar la asistencia de dos cabildos de los siete existentes: La Palma y Tenerife, pues ellos son los obligados a gestionar las especies silvestres y defender los intereses de los paganinis como cazadores y ciudadanos.



En base a las conclusiones  de las jornadas, el tercer taller se ocupó de la problemática del “conejo en los ecosistemas naturales de Canarias”. Al parecer, el más interesante y que nos afecta por las intenciones desprendidas respecto a nuestro emblemático conejo. De los asistentes, algunos no piensan como nosotros los cazadores pero en libertad pueden dar sus opiniones, con respeto como cualquier mortal. Gracias a Dios, ellos no están solos en el mundo para imponer sus ideas.

Este tercer taller se centró en tres puntos básicos: análisis del estado del conocimiento y líneas de investigación de interés; el conejo en los espacios naturales protegidos y criterios de gestión.

Respecto a la gestión del conejo para preservar la flora nativa destacan las siguientes conclusiones:
  •  No destinar fondos públicos al fomento de las poblaciones de conejos.
  • Reducir las poblaciones de conejos hasta tamaños y densidades que no hagan daños a diversos sectores como la agricultura y a las plantas amenazadas, mediante los diversos documentos de planificación de especies cinegéticas, amenazadas, de espacios protegidos etc...
  •  Promover medidas de control efectivas para evitar la traslocación de conejos entre las islas.
  • Proponer su erradicación en las islas de Alegranza y Lobos y, en el caso de que haya sido reintroducido, en Montana Clara. 

Entremos en el meollo. Los cabildos, a excepción de pequeñas cantidades en Gran Canaria y Fuerteventura con escasa repercusión de las actuaciones, no gastan un euro en conejos, y  esperanza de  revertir la situación tampoco se espera. De hecho, soy de los que piensa que lo mejor para recuperar las poblaciones es dejar tranquila la especie. Cuanto más conejos de granjas y criaderos se sueltan menos hay, como consecuencia del movimiento de enfermedades (aún vacunando), parásitos, muerte por estrés, falta de adaptación, predación, accidentes, competencia intraespecífica; y cuando llega la temporada de caza, sobrepresión en aquellos lugares de liberación de conejos de granjas y criaderos. El secreto está en la vigilancia, control de predadores, mejora de hábitat y adaptación de los periodos de caza a ciclos biológicos y densidades. Es decir, gestionar y como último remedio repoblar con conejos de granja o criaderos, pero solo si no es posible la realización de traslocaciones. Otra cosa diferente es que un número de conejos provoquen problemas en un lugar, entonces una solución puede ser la traslocación.

Otro asunto es el control de las poblaciones hasta tamaños que no produzcan daños a los diferentes sectores y plantas nativas. Aquí está el primer paradigma, si se pueden invertir recursos económicos porque no es para fomento, pero las administraciones no tienen dinero. Todo esto se financiaría mediante un proyecto Life europeo que se lo tragarían los estudios científicos. Las empresas son carísimas para coger  conejos en los innumerables espacios protegidos. Los agricultores, ganaderos o campos de golf entre otros, no van a capturar los conejos molestos porque es una pérdida de tiempo y dinero, se exige cualificación siendo la mínima la de los cazadores por nuestra licencia de caza y además su aprensión no es fácil. La mejor fórmula para mantener a raya las poblaciones del rabicorto es la caza legal o los cazadores.


Por otra parte, se plantea un control del conejo realizado mediante los instrumentos de planificación ya sean cinegéticos o de otra índole. Es decir, podríamos contar de una vez por todas con documentos de planificación en materia cinegética, esos que no hay manera que redacten y cumplan los cabildos, o al menos, alguien tiene la esperanza como nosotros. Además, en las zonas de exclusión de las áreas protegidas, podríamos entrar a cazar legalmente (controlar) o traslocar esos animales donde no molesten ¿o los van a sacrificar? 

Una de las conclusiones realmente buena, es la de evitar el movimiento de conejos entre islas. Con ello, algún brote de las enfermedades evitaríamos y de paso, se realizarían controles en los ferrys sobre aquellos furtivos que se mueven entre islas con ánimo de esquilmar áreas completas.

En relación al apartado de la investigación aplicada sobre el conejo, sobresalen los siguientes puntos de las conclusiones finales:
  • Censos, abundancias, modelos de distribución, biología reproductiva, seguimiento de tendencias poblacionales. Vectores de transmisión y afección, y prevalencias de la enfermedad hemorrágica vírica y la mixomatosis.
  • Valoración económica de la actividad cinegética.

Por fin sabremos los conejos poseídos para practicar una caza sostenible y solicitar órdenes de veda adecuadas a la realidad. Después de años pidiendo a gritos censos para saber el estado de conservación del lagomorfo, lo podríamos conseguir por una vía diferente a la cacería. De la misma forma sabríamos donde se reproducen más o menos, las tendencias al alta o baja, si paren como media 2, 3 o más gazapos y cuantas veces al año. Y lo mejor de todo, el estudio de las dos principales enfermedades  que afectan al conejo. ¡Ojo! Sin pasar por el cabildo de turno.

La valoración económica de la actividad cinegética, ya debería estar hecha, supondría conocer el peso específico de la caza en el producto interior bruto canario. Serviría como respaldo para las demandas de los cazadores ante los politiquillos de turno y como revulsivo para aquellos ecologistas con trasfondos animalistas que nos atacan. Ahora bien, seamos sensatos, que alrededor del mundo de la caza se mueva mucho dinero no puede ser nuestra bandera ni condenar los valores naturales por ello. De la misma manera, defendamos la caza social y no hagamos bandera de los gastos que nos supone, no vaya a ser nos expriman más por nada, como ahora.

Como resumen final, la memoria planteada está muy verde todavía como para tenerla presente. Simplemente, estemos al tanto de la posible legislación futura a desarrollar. En el caso de llevarse a cabo, somos parte de la solución y no del problema. Controlar a los conejos en las zonas de exclusión de los espacios naturales protegidos, donde en teoría ya no se puede cazar, no nos supone ningún esfuerzo. La colaboración con los agricultores u otros sectores para reducirles daños es lo comúnmente realizado por nuestro colectivo. En los islotes que no cazamos, es posible la captura de la totalidad de los conejos, pero hay que estar pendientes del  destino final de tan magnífico plantel reproductor. En teoría, con una insuperable genética y defensa ante las enfermedades. En ese sentido, la ACEC ya ha pedido, se dirijan a las islas mayores cercanas, para su liberación inmediata y con la participación de los cazadores. En definitiva, podemos ayudar a conservar la flora nativa y endémica no existente en otra parte del mundo, y sacar beneficio y reconocimiento de ello.

Si se diera el caso, aprovechemos la situación sin dejarnos engañar por titulares periodísticos deportivos de aquellos vividores de la caza y los cazadores. Y me pregunto ¿cómo nos pueden manejar de esa forma? Por cierto, la UICN es la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y habla también de la caza como un elemento de conservación de los ecosistemas y especies.

España es una tierra tan vinculada a los conejos que su propio nombre significa Tierra o Costa de Conejos. Los conejos están tan ligados a nuestro patrimonio natural cinegético y cultural canario, que sólo pensar en su erradicación y difundirlo es totalmente demencial.

Para ver la memoria del taller pinchar aquí


Enlace a la memoria del taller: